lunes, 16 de marzo de 2009

La evaluación: un proceso de diálogo comprensión y mejora

La evaluación: un proceso de diálogo comprensión y mejora
Miguel A. Santos Guerra
La evaluación en educación primaria

La naturaleza del proceso evaluador

La evaluación es una parte de enseñanza/aprendizaje, no es un apéndice, un complemento o un adorno. La evaluación no es, fundamentalment5e, un problema de medición sino de comprensión. El rendimiento del alumno influyen muchos factores ajenos a su capacidad, a su esfuerzo y a su actitud.
Evaluación como diagnóstico: la evaluación permite saber cuál es el estado cognoscitivo y actitudinal de los niños.
Evaluación como selección: permite al sistema educativo seleccionar a los estudiantes, mediante la gama de calificaciones, la escuela va clasificando a los alumnos.
Evaluación como jerarquización: no es casual que el único evaluado en el sistema sea el que ocupa al último lugar en la escala jerárquica: el alumno. De ahí la necesidad de reflexionar para que ese proceso no sea utilizado como un recurso opresor sino de ayuda.
La evaluación como comprobación: las pretensiones educativas sobre el aprendizaje se concretan en actividades instructivas.
Evaluación como comparación: la evaluación encierra una faceta comparativa. Todos los alumnos son evaluados de forma parecida y a todos se les exigen unos conocimientos mínimos.
La evaluación como comunicación: el profesor relaciona con el alumno a través del método, de la experiencia y de la evaluación. Esta comunicación tiene repercusiones psicológicas para el alumno y para el profesor.
La evaluación como diálogo: un diálogo entre evaluadores y evaluados. Un diálogo que puede ser enriquecedor o bien convertirse en un monólogo despótico y avasallador.
La evaluación como orientación: la evaluación proporciona una información que puede ser el punto de partida para la toma de decisiones y la reorientación del aprendizaje.
La evaluación como motivación: puede ser un proceso provocador del interés y del estímulo, tanto para el profesor que puede comprobar los efectos de su actividad como para los alumnos que ven reconocidos y recompensados sus esfuerzos.
La evaluación como formación: puede estar también al servicio de la comprensión y, por consiguiente, de la formación.

La importancia de la evaluación

No basta con que el profesor enseñe para que los niños aprendan. En consecuencia, lo que los niños aprenden no coinciden siempre con lo que el profesor quiere enseñar. Aprenden mucho o poco de lo que pretende el profesor, acaso nada o, quizás, otra cosa.
El maestro deberá poner en cuestión sus aprioris didácticos, sus teorías previas sobre la práctica. Si no se cuestiona absolutamente nada de lo que hace, será fácil que funcionen en su mente y en su quehacer los mitos y los errores pedagógicos que fosilizan la práctica, a saber:
El profesor nace, no se hace.
Para ser buen profesor basta querer a los niños.
Para enseñar basta saber la asignatura.
La enseñanza del profesor causa el aprendizaje de los alumnos.
Existen un modo riguroso de comprobar que esta enseñanza ha sido efectiva.
Cuando no lo ha sido es porque el alumno no es suficientemente inteligente, porque no está maduro, porque es vago o porque la familia no colabora.

No hay comentarios: